Tras el último partido se volvió a ver lo que ya se sabía, los jugadores se encontraban descoordinados, corriendo de un lado para otro, sin saber donde estaba la pelota, vapuleados otra vez por los incesantes ataques del contrario.
El equipo se ha convertido en un barco a la deriva... sin patrón ni marineros que impulsen al equipo. Hace días, podría decirse incluso semanas, que ni los propios jugadores creen en la victoria del equipo, dando lugar a situaciones “incomodas” en las que todos somos participes, y que en ningún caso deberían dar lugar a disputas entre los miembros del equipo.
Si bien estos primeros párrafos son duros de digerir, es la triste realidad. Ni quien esto escribe, ni ningún otro miembro del equipo debe haber disfrutado o celebrado esta inesperada goleada en contra.
Pero lo que realmente preocupa de cara al futuro no es el “Cuánto” sino el “Cómo” se perdió.
Ante esa situación, los jugadores no parecen tener ya una pizca de confianza en si mismos, pero no debemos decaer y seguir manteniendo alguna que otra esperanza.
A nadie le gusta perder. Y evidentemente, todos nosotros sabemos o deberíamos saber que este es un año dedicado a la reconstrucción y aprendizaje del equipo, en la que tras todas las derrotas sufridas por el equipo no solamente nos han convertido en el peor equipo de la liga, sino también en un grupo algo mas compenetrado, que día a día sueña con superarse y que tarde o temprano llegara a conseguirlo.
-Fuente: Enrrique Huertas-
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